Discurso: Ceremonia de Consagración de la Promoción
Muy buenos días
Es casi increíble y a la vez muy gratificante el encontrarme esta mañana frente a todos ustedes, dedicándoles estas breves palabras, llenas de amor y agradecimiento en nombre de todas y cada una de mis compañeras de la promoción XLV GOTT IST UNSER ALLES, siendo hoy un día sumamente especial para nosotras, el día en el cual como alumnas mercedarias, próximas a abandonar las aulas de nuestro querido colegio, nos consagramos a nuestra madre María de la Merced, poniéndonos en sus manos y reafirmándola como nuestra permanente guía por el camino que nos lleve hacia Jesús a lo largo de toda nuestra vida.
Es casi increíble y a la vez muy gratificante el encontrarme esta mañana frente a todos ustedes, dedicándoles estas breves palabras, llenas de amor y agradecimiento en nombre de todas y cada una de mis compañeras de la promoción XLV GOTT IST UNSER ALLES, siendo hoy un día sumamente especial para nosotras, el día en el cual como alumnas mercedarias, próximas a abandonar las aulas de nuestro querido colegio, nos consagramos a nuestra madre María de la Merced, poniéndonos en sus manos y reafirmándola como nuestra permanente guía por el camino que nos lleve hacia Jesús a lo largo de toda nuestra vida.
Quisiera iniciar dando las gracias, en primer lugar a Dios, por el hecho de estar aquí esta mañana, por traernos a mí y a mis compañeras hasta este momento, por permitir que nuestros caminos se crucen, por haberme regalado las mejores diecisiete hermanas que alguien pueda tener, porque están presentes personas que son muy importantes para nosotras, nuestros padres y profesores, agradecerle también porque nos entregó a su Madre, para cuidarnos, reconfortarnos y hacernos mejores personas día a día, porque hoy nos permite seguir caminando con ella por siempre y para siempre.
Hoy nosotras nos ponemos en las manos de María, a su servicio y disposición. Consagrarnos a Ella significa dejarnos llevar sin condiciones, sabiendo que Ella conoce mejor el camino y que podemos dormir tranquilos en sus brazos de madre. A partir de hoy, nos regala la plena seguridad que su amor nos brinda, ese amor que poco a poco a lo largo de los años aprendimos a entender y conocer, ese amor que cada día crece en nuestros corazones.
En nuestra institución tenemos la gracia de vivir bajo las enseñanzas del carisma mercedario, siendo guiadas, como hijas de nuestra madre de la merced, por los valores de solidaridad, humildad, servicio y sobretodo, libertad. Fuimos aconsejadas por nuestros maestros, los cuales nos enseñaron a ser personas informadas para actuar con justicia ante un mundo que muchas veces carecía de esta. Tuvimos la oportunidad de descubrir que somos capaces de transformar nuestra sociedad, liberarla de sus opresiones, teniendo como ejemplo a Lutgarda, con ella, tener una mente siempre crítica ante las distintas situaciones que se nos puedan presentar y poner siempre un granito de arena que puede transformar el mundo para mejor, con la perseverancia y la integridad siempre como nuestros aliados.
Se nos enseñó a cultivar un corazón sencillo, lleno de amor y dispuesto a repartirlo y a llevar las enseñanzas de Jesús a aquellos cuyos corazones se encuentran en tinieblas. Algo que siempre atesoraremos es como la oración empezó a formar parte de nuestras vidas, de nuestras palabras, dándonos una paz muy grande, el sentir la seguridad que nos brinda nuestro padre, la oportunidad de agradecerle todo lo que somos y el haber formado una amistad con el que cada día se fortalece mas. Pudimos descubrir que en Él se encuentra la plena felicidad y por ello estaremos eternamente agradecidas.
De esta manera, son muchos los valores y lecciones que adquirimos de cada uno de los profesores que nos tuvieron a su cargo, para los cuales ruego muchas bendiciones y un inmenso gracias, no solo por las lecciones teóricas, sino por el tiempo dedicado, las conversaciones y consejos no necesariamente académicos y el deseo de vernos como personas que guíen hacia una sociedad justa y solidaria.
Veo los rostros atentos de mis compañeras y me vienen a la mente incontables recuerdos, y es que si hablo de las cosas buenas que he obtenido, es imposible no mencionarlas a ellas. Si bien se puede decir que no fuimos la mejor aula de todos los tiempos, puedo asegurar que para mí es una especialmente unida, una a la que orgullosamente puedo llamar mercedaria, siempre pendientes una de la otra, colaboradoras y entusiastas. Están las cuales callaban por evitar algún problema y aquellas defensoras de lo que no se decía. Están aquellas que sabían romper con el ritmo mecánico de una clase y que podían alegrar el día más oscuro. Siempre unidas en tiempos felices, como en momentos difíciles.
Así entre risas y llantos encontramos a Jesús y juntas nos fuimos uniendo a Él, descubrimos su infinito amor y hoy podemos reconocerlo como nuestro amigo. Muy diferentes, pero todas con un enorme corazón, algo muy bueno que brindar al mundo y algo inolvidable que quedara en los corazones de los que las conozcan. A ellas siempre desearé los mayores éxitos, no solo profesionales, sino que lleguen a tener una vida de plena felicidad con Dios y nuestra Madre a su lado, con la certeza de que serán mujeres de bien, que irradien el amor y que serán una luz para el mundo.
Así pues desde hoy viviremos permanentemente en el Inmaculado Corazón de María, dentro del Corazón divino de Jesús. Nos comprometemos a llevar el mensaje de Jesús a quien más lo necesite, siempre recordando que somos mercedarias, aquellas que siempre estarán de lado de la justicia, aquella que no será indiferente ante los problemas de su sociedad, aquella que seguirá el camino marcado por Jesús y que tiene la gracia de estar plenamente acompañada de María de la Merced, nuestra madre misericordiosa
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